Más bien nada puedo añadir a mis atentos lectores sobre la saga de Indiana Jones, una saga que surgió como una propuesta para Spielberg de emular las aventuras de James Bond. No olvidemos que se le ofreció a Spielberg esa posibilidad y la rechazó porque su amigo Lucas le persuadió de ello, aduciendo que él tenía algo mejor para él.
Apenas hace una semana tuve la ocasión de compartir visionado en un pequeño marathon de la saga en la que volvi a disfrutar de El arca perdida y me confimé en que la mejor película y la más completa es La última Cruzada. Pero de lo que sobre todo se da cuenta uno es de que esa saga, por muy inmortal que se quiera consagrar, es hija de su tiempo, de esa década tan maravillosa como ominosa que son los 80.
Spielberg y Lucas nos vienen ahora, casi 30 años después a traernos de nuevo la esencia de Indiana. La verdad es que, si os soy sincero, no lo necesito. Indiana pasó y estará siempre que así lo desee, sin necesidad de acudir a esta nueva ola de darnos lo bueno de antes en un lenguaje moderno o de nuestros días. No necesito el nuevo Bond, ni el nuevo Batman, ni mucho me temo que necesite esta nueva película de Indiana Jones, en la que sólo me gustará si conserva su esencia intacta. Y si conserva su esencia intacta estaremos hablando de una
película de los 80, y, no nos engañemos, no estamos ya para estas cosas. Particularmente, estoy un poco cansado de que Spielberg pierda el tiempo y desperdicie su talento en proyectos como éste.
No tenemos 8 años y no vibramos con la puerta cerrándose una y otra vez mientras el héroe está en peligro.
Con Harrison Ford a la cabeza y viejos conocidos como Rhys Davis y Karen Allen esto parece más bien la reunión de antiguos alumnos de la quinta del 81. Al menos tenemos nuevos fichajes como Shia Labeouf y una Cate Blanchett que me recuerda a la imagen de Angelina Jolie en Sky Captain, Ya no hay héroes como Indiana, eso está claro, pero no menos el que ya no hay sitio para héroes como él.
Spielberg ha querido resucitar a uno de los personajes más queridos, admirados, idolatrados, el personaje a seguir por tantos niños, chavales, adultos.
Pero… esta última entrega, de la cual no puedo hacer una crítica coherente, me ha dejado con la boca abierta y un nudo en el estómago. Se ha perdido la magia. La magia ochentera. La magia de la trilogía.
Llegar al cine y ver nuevamente el logotipo de LUCASFILM al comienzo, me puso la piel de gallina. Es que desde la finalización de la nueva trilogía de Star Wars, George Lucas se tomó su tiempo para realizar un nuevo film. La primer escena es muy curiosa, ya que comienza con el logo de Paramount Pictures viejo, nada de 3D, una imagen dibujada de la montaña, como si quisieran resaltar que este film es de otra época.Sólo el primer plano con la musiquilla de fondo, intentando buscar la cara de Henry Jones Jr, fue lo que me hizo revolverme en la butaca. ¡Qué ilusión cuando reconocí el sombrero! Pero a partir de ahí empezaba a mascarse la decepción, o como se denomine lo que sea que siento.
Indiana Jones ha vuelto y ¡de qué forma! Acompañado de su sombrero y de muchos efectos especiales. El cine ha cambiado. Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal es un claro ejemplo. Esta película es 100% entretenimiento, puro cine de aventuras, pero sin la magia de la trilogía anterior que a tantos conquistó. Además de una metedura de pata para los fans más acérrimos de la saga.
Esta película está llena de escenas que podrían sobrar, y de momento no las voy a comentar por respeto, hasta el dia que lo pierda juas juas juas; Es cine fantástico, por supuesto, si digo “voy a ver Indiana Jones” no espero un drama basado en hechos reales, pero tampoco nos pueden vender que, en una explosión nuclear, te metes dentro de un frigorífico, sales volando por los aires, y no estás ni un poquito mareado. Pero bueno, Spielberg lo quiso así y yo no digo nada.
"Esto me huele, muy mal..." -Henry Jones. ¿De donde han sacado esto?
Lo que si me pareció por debajo de las anteriores es ver a ese Indiana Jones diluido, como ausente, no es el que lleva la aventura y agarra al toro por los cuernos, es casi un espectador más que va de un lado hacia otro porque no tiene más remedio. Quizás es el papel que le toca a su edad, podría pensar, pero no, ya que la primera hora si es puro Indy, es la recta final donde se limita a seguir lo que le dicta el loco ese (un personaje que no me gustó demasiado) con una cara de algo despistadillo. Es una impresión, no se si la tuvo todo el mundo, pero su figura era más borrosa.
Parte de la culpa de ver al protagonista menos brillante que antes quizá sea por toda la excesiva cohorte que le escolta, empezando por Shia Labeouf (no voy a decir quien es, el cual incluso me sorprendió ), Marion (pasable, química con Indy y un papel creible para su edad), un traidor en plan mosca cojonera (su muerte es patética) y para rematar la faena el loco de la calavera. Demasiados para el solitario arqueólogo.
Cuando Spielberg se pone tonto con el tema es el director infantil que no me ha gustado, ya sea ET, Encuentros en la Tercera Fase o La Guerra de los Mundos. No obstante, es verdad que encaja bien con la mitología de la saga y después de dos temas religiosos como el arca y el cáliz y uno de sectas, este era una temática que se tocaría tarde o temprano
La película entretiene y de sobra, ir a verla es casi obligado, aunque es fácil que muchos sientan su memoria traicionada, según sus expectativas.
Ante una industria estancada, atrapada en secuelas, remakes y adaptaciones, los intérpretes veteranos se encuentran en una encrucijada profesional harto compleja. La mejor solución, al parecer, es retomar los roles que les convirtieron en iconos de la gran pantalla para generaciones anteriores, ajenas en buena medida al aluvión de clones adolescentes que preñan el actual panorama cinematográfico de la fábrica de los sueños. Y tras el retorno de McClane, Balboa y Rambo, vuelve el doctor Jones, el más famoso expoliador del séptimo arte, en un momento en el que la carrera de su álter ego, Harrison Ford, atraviesa un bache realmente alarmante. ¿Casualidad? Yo creo que no.
Con un ritmo veloz marcado por la inconfundible, estruendosa y omnipresente banda sonora de John Williams, el film cuenta con todos los ingredientes de lo que ha de ser una historia de Indiana Jones: sabor ineludiblemente familiar, enemigos con cara de palo, fragorosa naturaleza, paisajes embriagadores y montones de escenas de acción añeja, llenas de mamporros, puñetazos y piruetas toscamente circenses protagonizadas por esa silueta inconfundible que, sombrero y látigo en ristre, se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de la cultura popular occidental; incluso hay lugar para una serpiente, la gran fobia del héroe... Concebida —erróneamente, visto el resultado final— para el disfrute de un público universal
Se agradece y mucho el mimo puesto en la presentación del entorno que enmarca al elenco principal, que pasa del folletín aventurero de los años 30 y 40 a la paranoia alienígena y su infantil —en su planteamiento teórico— simbolismo anti-rojo de la complicada década de los 50 en la que se desarrolla el argumento; aunque, por otra parte, puede ser esta la principal traba de un guión absolutamente……..(no lo voy a decir, el que la haya visto sabrá de que hablo)……………… con un clímax ciertamente fallido en el que en determinados momentos tenemos la impresión de que han permitido a Chris Carter (el que sea avido sabra de que serie hablo ) redactar ciertos pasajes del texto, especialmente en su tramo final. Y algunos lapsos sonrojan por lo tontamente pueril, no podemos negarlo.
Así que, para verdaderos interesados en la nueva entrega de Indy, recomiendo una mente vacía o al menos despreocupada de rumores, opiniones, datos y especulaciones.
Pocas, muy pocas son las películas que tienen el privilegio (o la condena, según se mire) de trascender su naturaleza meramente fílmica para pasar a convertirse en un acontecimiento, un fenómeno casi sociológico y cultural. Ya vivimos algo así hace unos años con el estreno de las precuelas de "Star Wars", esperadas como agua de mayo por toda una legión de fans que habían crecido arrebatados por una de las sagas más rentables de la historia del cine. Lógicamente, con las expectativas sobredimensionadas por el tiempo, la distancia y los factores personales de cada cual, el resultado final de dichas precuelas sólo parecía abocado a una cierta decepción, se mirase por donde se mirase. Por desgracia, la decepción fue doble cuando el propio George Lucas aportó su propio granito de arena al fiasco, convirtiendo sus nuevos films en una mera ecuación matemática, un espectáculo con mucho artificio pero poca alma, y delatando su propia incapacidad para rescatar esa cierta magia que embelesó a toda una generación años atrás.
Según la revista fotogramas, y es que, tras tanto rumor y tanta expectación, no deja de intrigar la perspectiva de cuántos guiones se llegaron a rechazar hasta llegar a éste de David Koepp. O dicho en otras palabras: ¿es éste de verdad el mejor guión de todos los presentados? Uno no puede resistirse a dudarlo. De hecho, sería interesante averiguar qué partes de la historia pertenecer íntegramente a Koepp y qué partes se han tomado de los guiones previos, habida cuenta de un trabajo que no acaba de cuajar más que a ratos y que, mediado el metraje, cae en un profundo desnivel creativo e incluso continuista para con la esencia de sus antecesoras.
Uno casi diría que, como en efecto ya ocurrió con las precuelas de "Star Wars", sus responsables han pensado que la fórmula del éxito es... pues eso mismo, una fórmula. Así, pese a tener todo el equipo al completo (Steven Spielberg tras la cámara, Harrison Ford ciñéndose el sombrero, George Lucas “inspirando”), pese a tener su villano pretendidamente carismático (desaprovechadísima Cate Blanchett), sus gymkanas aventureras, la supuestamente mejor chica Jones (aunque un servidor prefiere a Willie Scott, dicho sea de paso), e incluso a Shia LaBeouf (vaya nombrecito, el de transformers ) recogiendo el testigo de Ke Huy Quan o Sean Connery como compañero de aventuras con el que marcar un contraste jocoso... la triste realidad es que la suma de los factores no acaba de dar el producto esperado
En efecto, hay que reconocer que se aprecia en el primer tercio del film el sano y a veces muy logrado sentido crítico para con la avanzada edad del héroe,pero eso no es la cuestion, así como las refrescantes ramificaciones con las otras entregas de la saga. Tranquiliza también comprobar que, pese a exigir alguna suspensión de incredulidad titánica por parte de la platea, Spielberg no haya perdido el sentido visual y rítmico para las escenas de acción (excelente la que abre la película, probablemente la mejor de todas y la que rescata con más acierto ese sabor clásico que tanto se había cacareado)... Y sin embargo, todas estas cualidades se van incomprensiblemente a pique en la segunda mitad de la cinta, cuando los responsables optan por un más difícil todavía del espectáculo que, si en las otras cintas brillaba por su inspirada inventiva conceptual y su vigorosa acción, todo ello siempre conjugado con un factor humano que equilibraba el conjunto, aquí en cambio se perpetra con una cierta desgana, una delatora apatía que parecen desear maquillar a gratuitos brochazos infográficos (de nuevo, ¿dónde ha quedado el sabor clásico?), dejando definitivamente de lado todo aquello que podría haber hecho del film algo grande y, por el contrario, reduciéndolo a un entretenimiento que, de no ser por la leyenda y la nostalgia que envuelven al personaje, sin duda resulta tan estándar como tantos otros que adornan las carteleras actuales.
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